La cueva de Ardales
Algunos datos tras mi visita a la cueva.
La presencia del hombre prehistórico dejó huellas importantes en numerosos puntos del municipio, destacándose las encontradas en la Cueva de Doña Trinidad Grund o de Ardales, situada a unos cinco kilómetros del casco urbano.
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Entrada a la cueva |
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Gran columna |
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Perlas de cueva |
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La Cueva reúne una extraordinaria colección de pinturas del Paleolítico Superior, en torno a unos 25.000 años a. C. Fue descubierta en 1821 tras un terremoto registrado en Alhama de Granada y reabierta al público en 1985 . A mediados del siglo XIX , Doña Trinidad Grund la adquirió como complemento al negocio termal que su familia tenía en el municipio de Carratraca. La Cueva de Ardales tiene un recorrido superior a los 1.600 metros y está considerada como uno de los mejores exponentes del Arte Paleolítico andaluz, ya que cuenta con 54 representaciones de animales y más de un centenar de símbolos. Entre las pinturas rupestres encontradas predominan las ciervas -se han contabilizado 35-, además de caballos, cabras, peces, flamencos etc. Los colores predominantes son el rojo, negro y amarillo-ocre. El bestiario completo se ubica en una galería superior en la zona conocida como «El Calvario», donde existen además numerosos símbolos grabados.
Una de las figuras más representativas es la «Gran Cierva» o «Cierva de Ardales», pintada en negro con un grueso punto rojo en la zona del corazón.
Destacables son las manos negativas aerografiadas, las marcas topográficas ejecutadas con los dedos manchados de óxido rojo, junto con los animales (caballos, ciervos, cabras, peces) y las figuras humanas femeninas, que conforman el más numeroso conjunto gráfico del paleolítico del sur de Europa.
Otra curiosidad, además de estalactitas y estalagmitas, es que cuando pequeñas piedrecillas quedan prisioneras en un agujero donde el agua ha ido goteando, éstas se van recubriendo de calcita y se forman las perlas de cueva.
En la gruta se han encontrado igualmente objetos del Neolítico Medio Reciente, concretamente restos de cerámicas de vasos y ollas, así como del Neolítico Reciente y varios enterramientos de la etapa calcolítica (2.700 años a. C.).
A través de sus salas como la de Las Estrellas, del Lago, El Calvario, galería del Espolón etc., cada visitante va a enfocar con su linterna aquello que le atrae y va en algún modo a personalizar su visita ayudado por las expertas explicaciones del guía. El hecho de que sean pequeños grupos, no mayores de quince personas, le añade atractivo al alejarse de la masificación.
Por lo demás, avisar que el acceso a la entrada es fácil pues se llega hasta la puerta en coche, pero la bajada a la cueva es a través de altos escalones que me dejaron al día siguiente buenas agujetas, pero valió la pena.
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