REAL MONASTERIO DE STA. Mª DE
GUADALUPE
Alzado
como un alcázar rico y señorial, sobre la falda sur de las Altamiras, une sus
antiguos anales al presente de España, de América y sobre todo Extremadura que
ha declarado la fiesta de la Virgen, 8
de septiembre, “por su arraigo popular y por la dimensión histórica que tiene”
como Día de Extremadura.
A
finales del siglo XIII comenzó la historia de este santuario. Un pastor de
Cáceres, Gil Cordero, encontró junto al río Guadalupe una imagen de la Virgen María
que unos cristianos de Sevilla habían escondido en estas sierras cuando huían
de la invasión árabe. Del río, recibió la imagen el nombre de Guadalupe y aquí se
levantó una ermita. Pertenece la imagen al grupo de vírgenes negras de la
Europa occidental tallada hacia el siglo XII en estilo románico.
Hacia
1330 Alfonso XI, rey de Castilla y León, visitó esta iglesia y encontrándola
pequeña y ruinosa mandó construir otra expidiendo dos reales provisiones que
señalaban territorios al santuario y que son tenidas como la carta-puebla o de
fundación de Guadalupe. Después de la victoria del Salado, volvió el rey y
mandó ensanchar y ennoblecer el templo con edificios adyacentes creando un
priorato que declaró de su real patronato. En 1389 se entrega el santuario a la
orden de los Jerónimos que durante los cuatro siglos siguientes mantuvieron el
régimen pastoral de la puebla que se forma a su alrededor y la devoción y la
cultura prosperaron en torno a él. Llega la exclaustración de 1835 que marcó el
fin de la orden. Es en 1908 cuando los Franciscanos reciben el encargo de
restaurar la vida monástica, edificaciones, obras de arte e instituciones de
este singular monumento.
Además de la basílica y el camerino de la
Virgen donde nos volvieron la imagen para que pudiéramos verla mejor, visitamos
el museo del bordado, museo de libros miniados, claustro mudéjar con el
templete y su fuente, museo de pintura y escultura, relicario, tesoro, sacristía
donde además de cuadros de Zurbarán y su escuela hay colgado un farol marinero
arrebatado a los turcos en la batalla de Lepanto y que D. Juan de Austria envió
a su hermano Felipe II.
El
monasterio de forma irregular reparte sus veintidós mil metros cuadrados entre
basílica y capillas, convento, hospedería, claustros, museos, sacristía,
antigua librería, panteón, auditorio y otras muchas dependencias de variados
estilos que van desde el gótico, mudéjar, renacimiento y barroco sin olvidar
huellas del románico.
Dentro no se pueden tomar fotos pero si hice algunas en el claustro, exteriores y calles del pueblo.
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