MÁLAGA 1791-1843: LA PRIMERA EN EL PELIGRO DE LA LIBERTAD
El sábado 5/11 hice con mis compañeros del Club de Lectura de Historia un singular paseo por Málaga. Con el lema que aparece en el encabezamiento y que le diera la reina Isabel II, salimos desde el Museo del Patrimonio hasta la iglesia del Carmen. Cual si fuese una procesión civil y precedidos por una escolta que representaban al Regimiento Suizo que comandara el general Reding y otros muchos personajes ataviados a la usanza de esta época, fuimos recorriendo y parando en significados lugares de la ciudad.
En el propio Museo, situado al comienzo del Paseo de Reding, un personaje colaborador nos habló sobre él. Algo de lo que nos contó: A comienzos del año 1802 fue destinado con su unidad a Málaga. Cuando en 1803 se desató en Málaga la epidemia de fiebre amarilla, Reding fue nombrado miembro de la Junta de Sanidad. Se ganaría entonces el especial reconocimiento y cariño por parte del pueblo malagueño, que lo vio actuar ejemplarmente, aún arriesgando su propia vida, para paliar la enfermedad, visitando casa por casa y procurando el mejor trato para los enfermos. Acciones que se repitieron en 1804, estableciendo un cordón sanitario con su regimiento para evitar que la epidemia se extendiera. En ambas ocasiones destacó la labor de los soldados helvéticos y los cirujanos del regimiento, muchos de los cuales enfermaron, falleciendo finalmente unos 186 en pos del bienestar de los malagueños. Iniciada la Guerra de la Independencia (1808 – 1814), Reding encabezó la Junta de Málaga. Pronto fue nombrado General en Jefe de las tropas por Granada y luego Comandante General de la 1ª División del Ejército de Andalucía, demostrando a sus hombres que era posible derribar la mítica invencibilidad napoleónica, convirtiéndose en verdadero artífice de la primera victoria en campo abierto sobre las tropas de Napoleón en toda Europa, el 19 de Julio de 1808 en la localidad jienense de Bailén. Tanto en ella como en sus prolegómenos destacaron los miles de voluntarios malagueños que le siguieron fielmente hasta la gloria.
En la Plaza de la Merced, uno de sus seguidores nos narró como en 1831, el famoso liberal José María Torrijos y sus hombres, que lucharon contra el absolutismo de Fernando VII y por la restauración de la Constitución de 1812, fueron capturados, tras ser traicionados por el gobernador de la ciudad, y ejecutados en las playas del Bulto, y más tarde enterrados bajo el obelisco en su honor en esta plaza.
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