ABADÍA DEL MONT SAINT-MICHEL
Comienza la historia del Mont Saint-Michel en el año 708, cuando el obispo de Avranches, Aubert, hizo levantar en el monte un santuario en honor del arcángel S. Miguel, convirtiéndose pronto en un lugar de peregrinaje.
Los benedictinos se instalan en la abadía alrededor del siglo X, mientras que en la parte baja del monte crece un pueblo.
Fue plaza fuerte inexpugnable durante la Guerra de los Cien Años. Sus fortificaciones y murallas resistieron bien los ataques ingleses e hicieron de este lugar un símbolo de la identidad francesa.
Con la Revolución sale de allí la comunidad religiosa y hasta 1863 la abadía fue utilizada como prisión. En 1874 fue objeto de grandes restauraciones y declarada Monumento Histórico.
Hoy día el visitante se reencuentra con el esplendor de una abadía que fue un referente en la Edad Media y considerada como la Jerusalén Celeste e imagen del Paraíso. La UNESCO, declaró en 1979 el Mont Saint-Michel Patrimonio Mundial.
El recorrido no está exento de dificultad por las cuestas y escalones que hay que salvar pero compensa el estar en el edificio abacial desde donde se tienen vistas espectaculares cuando sube la marea.
Si la parte baja, en el exterior, se sostiene por potentes contrafuertes, a medida que subimos de nivel las edificaciones se hacen más ligeras hasta llegar a la cima coronada por la aguja neogótica del campanario con la imagen de San Miguel en cobre dorado.
La iglesia abacial, claustro, refectorio, sala de huéspedes, criptas y en fin todos las construcciones que conforman el edificio de las Maravillas nos harán conocer un lugar único.
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