domingo, 26 de agosto de 2012

Zamora


                                  Siguiendo con el viaje a Castilla-León, hoy traigo estas imágenes de Zamora. Ciudad tranquila, recoleta, con un centro histórico que invita al paseo y algún alto en una de sus muchas iglesias románicas que inducen al sosiego y la meditación.
                   En cuanto a su historia habría mucho que contar pero aquí dejo unas breves pinceladas.
                   Se la llamó "la bien cercada" por el emplazamiento que tiene sobre una meseta de unos 30 m. bordeada por el Duero en la parte sur. En la Edad Antigua aparece por estas tierras el personaje de Viriato, el "terror romanorum" que celebraba sus victorias frente a ellos, arrancando un jirón a sus estandartes rojos y colocándolo en su lanza, lo que precisamente da origen a la bandera de la ciudad, la "Seña Bermeja".
                 Fernando I de León y Castilla reconstruye Zamora en 1055, la repobló con montañeses y nuevamente la amuralló para cedérsela a su hija Dña. Urraca. Su posición privilegiada la hizo objeto de disputas entre los divididos reinos cristianos.
                 . Durante uno de los cercos a la ciudad sucedió un hecho notable que se perpetuó en el romancero español: la muerte por sorpresa, a manos del noble zamorano Vellido Dolfos, del rey Sancho II cuando éste intentaba tomar la ciudad gobernada por su hermana. La posibilidad de que el inductor hubiera sido el principal beneficiado (el rey Alfonso VI, quien había sido encarcelado por Sancho II, su hermano), es la que, según los cantares de gesta, habría provocado que uno de los nobles castellanos presentes en el asedio, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, le hiciera jurar no haber participado en la muerte de su hermano (la jura de Santa Gadea, Burgos). Tanto el arrojo de Vellido como el atrevimiento de Rodrigo han pasado a ser tópicos literarios y hasta coloquiales, así como la bravura de la ciudad durante el asedio, inmortalizada en el dicho "No se ganó Zamora en una hora".

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